La ciencia y la fe unidas para dar respuesta a nuestras más profundas curiosidades
Buena parte del trabajo que ha desarrollado el Centro de Ciencia y Fe este curso académico 2017-2018 ha estado vinculado a las multiples actividades ligadas al libro “La curiosidad penúltima”, cuya versión en español ha sido presentada este año en la IX Conferencia Fliedner  y ha traído desde Oxford y hasta España la visita del físico- científico Andrew Briggs y del artista y escritor Roger Wagner.

Este libro es el fruto de más de dieciséis años de investigación llevada a cabo entre dos amigos que han viajado juntos por buena parte de Asia, Europa y África entrevistándose y documentándose con autoridades científicas y artísticas para concluir que, con toda certeza, “la historia de la ciencia sigue la estela de las reflexiones teológicas” .

De hecho, cuando en la Fundación Federico Fliedner hemos tenido ocasión de entrevistar y charlar con ambos autores, nos han contado que este libro que explora las conexiones entre la ciencia y la fe cristiana:
“empezó simplemente por proximidad y charlando… descubrimos que había conexiones reales a explorar. El descubrimiento en 1994 de las pinturas de la cueva de Chauvet, que eran más precisas anatómicamente que cualquier cosa que se hubiera visto antes, nos empujó a preguntarnos qué había producido una observación tan rigurosa del mundo natural. La respuesta parecía ser que estas pinturas habían sido producidas por algún tipo de impulso religioso. Si la religión había producido y estimulado este tipo de progreso en la pintura, ¿podría haber ocurrido algo similar con la ciencia? Este fue nuestro punto de partida”.

El mensaje que envía este libro y todas las conferencias que alrededor del mundo han impartido ambos ponentes, es, en esencia el que compartieron con nosotros en la entrevista: “La percepción de que las relaciones entre ciencia y fe han estado dominadas por el conflicto depende de distorsiones tan grotescas de los datos históricos que es difícil entender cómo ha llegado a ser tan común”. Sí es cierto que tanto Briggs como Wagner son conscientes de que “choques intelectuales pueden ocurrir cuando la religión intenta solventar preguntas que son respondidas mejor usando los métodos de la ciencia, y viceversa, pero esos son, o deben ser, excepciones. A lo largo de la mayor parte de la historia, la ciencia ha prosperado en culturas y comunidades que están interesadas por las grandes preguntas sobre la verdad, sobre el significado y el propósito de la existencia”.

Tanto es así, que podemos pensar en la figura, por ejemplo, de Juan Filópono, teólogo pero también científico del siglo VI y figura a la que Briggs y Wagner se refieren como “una de las más fascinantes que encontramos. Se suele pensar en los cristianos de la Alejandría del siglo VI como ferozmente hostiles a la filosofía y la ciencia; pero Filópono era tanto cristiano como filósofo profesional… sus críticas de Aristóteles anticiparon a Galileo (quien después haría referencia a él), pues describió lo que ocurre al dejar caer dos objetos de diferente peso mil años antes de que Galileo hiciera el experimento desde la torre inclinada de Pisa”.

Y esta es precisamente la idea que ambos autores han intentado transmitir durante los últimos años, labor que ahora concluye con este libro y con el documental que acaba de ser editado . Porque lo cierto es que “lo que encontramos al investigar para La curiosidad penúltima es que una y otra vez, a lo largo de la historia, cuando hay curiosidad por preguntas últimas” que todos en alguna ocasión nos hemos hecho a lo largo de la vida, tales como, ¿por qué la realidad es como es y no de otra manera?, ¿cómo puedo comprender la naturaleza?, ¿cómo es posible amar a los que me rodean? o ¿cómo es Dios y cómo puedo llegar a él?, “hay también curiosidad sobre el mundo material que motiva lo que llamamos ciencia”.
Pablo de Felipe, Coordinador del Centro de Ciencia y Fe, junto a los autores de la publicación, Andrew Briggs y Roger Wagner

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