Entre los principales reformadores encontramos a teólogos y filósofos universitarios, pero también a muchos religiosos formados en el estudio e interpretación de los textos bíblicos. El humanismo cristiano de fines del siglo XV y principios del XVI realizó una intensa labor de edición y traducción que permitió pulir el texto latino de la Vulgata con el análisis de fuentes hebreas, latinas y griegas y asentó las bases para la traducción a lenguas vernáculas desde las fuentes hebreas y griegas.