El aparato inquisitorial prestó especial atención a los grupos de alumbrados, primero, y después a los grupos erasmistas y protestantes . Las bulas pontificias, decretos reales e índices de libros prohibidos fueron herramientas de represión de los grupos no alineados con la ortodoxia católica. Los autos de fe de Valladolid (1559) y Sevilla (1560) marcaron la pauta de esta primera etapa de la represión ‘antiluterana’ que se extiende hasta principios del siglo XVII.